jueves, 7 de febrero de 2013

Medicamento.

Y allí estaba el jueves siete de febrero a las cuatro de la madrugada, vestido solo de una polera y un pantalón corto, caminando entre las invisibles sombras de la noche, con el frío abrazándome de una manera diferente a cómo acostumbraba, ebrio en soledad y preguntándome por qué la vida es tan perra. Sabía dónde ir, pero desconocía la formula para quitar esta amargura que más que recordar, me hacía olvidarla. Tenía nieve en las mejillas mientras me perdía en calles desconocidas.

Lloraba como prostituta, con la cabellera larga, como fue aquella noche. Sentí que moriría de pena, llorando hasta secar el cuerpo, peor y más tortuoso que desangrarse. Mi sueño de morir en los brazos de More Than Life se esfumaba, era la única alma errante del lugar, de hecho, mi alma se sentía tan decepcionada de mi, que yo parecía perseguirla como un novio arrepentido.

Entré al lugar de nuestro último abrazo nocturno, encontré gente que me miraba con clemencia y otra que sentí que me robaría hasta la desesperación. Tenía que encontrarla, el agobio era un pozo sin fondo que solo podía llenarse con una caricia. Almendra se llamaba, era mi canción favorita desde que conozco los sonidos. Tenía esa cualidad de ser diferente al resto, y por ello nunca algo malo la tocó. Es mi sentimiento, mi búsqueda y mi recompensa. La existencia de mi vida misma.

Pasaron treinta minutos desde que llegué, la gente miraba por sus ventanas pensando que era un malhechor, más aún por esconder mi cara, de la cual no quería mostrar gota alguna. La busqué pero nunca llegué, de hecho, me perdí y me quedé con las ganas de verla. A esas alturas, mis ojos ya estaban secos, cristalizados, irritantemente fatigados. Me temblaban las piernas mientras abrazaba mi propio cuerpo buscando calor, fruncía el ceño en señal de incomodidad, pero mi hogar ya se encontraba cerca, ese lugar donde las historias de cada día comienzan y cada día terminan.

El día que muera será por proteger a alguien que amo, y tengo la seguridad de ello por amar intensamente en cada relación. Volví sin hacer ruido alguno, lavé mi rostro solo para sentir más agua en la cara. Hay tanto sentimiento por sacar, tan pocas personas por escuchar.

Detesto que se burlen de los míos, de mis creencias y mucho menos que las lastimen. Gente nefasta, bastarda, podrida, la muerte sería un placer como destino.

4 comentarios:

  1. ¿Quién escribe este blog? Me gustaría saber, me intriga. Agregado a favoritos =)

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    1. Muchas gracias, solo escribo lo que siento.

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    2. ¡Hola! Me gusta como escribes. ¿Es todo de autoría tuya? ¿El autor tendría nombre?

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